Hamacarse es tocar la felicidad en vaivenes
donde el viento acaricia cada porción de la cara,
donde el ir atrás e tomar impulso hacia adelante y
donde el adelante es dejar atrás todo lo pasado.
Hamacarse tocando el mar con los dedos de los pies
y elevando los pensamientos altos, altos,
cada vez más reales y explícitos,
altos donde nadie más pueda verlos,
donde son propios, inalcanzables,
con olor a sal...
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